Una chica en un bus

Ser una girl que ama la moda es un deporte extremo si vives en Lima y no viajas en auto.


Tal vez no conozcas el transporte público limeño, pero seguro viste esos videos de gente en la India subiendo a un carro en movimiento como si fuera Jumanji. Bueno… lo mismo, pero con cumbia de fondo.

Con ese contexto, una siempre se pregunta si los zapatos que lleva serán lo suficientemente útiles para correr detrás del bus, o si la falda que eligió es apta para sobrevivir la hora punta del Metropolitano. Spoiler: la respuesta casi siempre es no.

Entonces cambiamos los zapatos por zapatillas, las faldas por jeans y los tops cortitos por poleras. No porque amemos la sencillez sino para pasar desapercibidas… porque en Lima, resaltar también significa sentirte insegura.

Qué difícil es ser una fashion icon, ¿no? Tan difícil como dejar los skiny jeans para los hombres.

Tienes que condicionar tu estilo por el medio de transporte que usas para llegar al trabajo, la universidad o una cita. Tal vez por eso muchas chicas vivimos sumergidas en el mundo beige: sobrio, recatado, impersonal. Un uniforme que te permite treparte al bus cuando todavía está en movimiento o saltar antes de que frene, el famoso “pie derecho”.

Esto fue un problema casi toda mi vida… hasta que me mudé.

No dejé de usar transporte público, mi cuenta bancaria sigue con ceros a la izquierda, pero sí hubo un cambio enorme. Por fin pude ponerme esos zapatos incómodos en punta, pero lindos, porque ya no tenía miedo a partirme el tobillo por perseguir a un bus. Si quería usar falda, mi única preocupación era si combinaba con el top nuevo. Era libre de elegir lo que quisiera sin sentirme limitada por las deficiencias de un sistema de transporte mal hecho.

Seguro más de uno pensará: “Consíguete un problema real”. Pero esto no es solo sobre faldas y tacos: es sobre preguntarnos por qué no nos sentimos seguras de usarlos en el transporte limeño. 

Me mudé a dos ciudades distintas, Buenos Aires y Madrid, pero no importa de cuál escribí: la sensación fue la misma.
Las chicas que han sobrevivido al Metropolitano a las 7 p. m. me entenderán… y las que no, también, porque probablemente pidieron un taxi para evitarlo.

Ojalá algún día esto cambie. Y que la incomodidad de ir en transporte público solo sea por unas botas nuevas y no por el viaje.


Playlist que escucho al escribir

 

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